martes, 11 de diciembre de 2007

Un castillo como pocos en el East End: The castle


44 Commercial Road, E1 1LN

El east end londinense es una región que, a diferencia del west end, que más o menos se identifica con una zona bastante concreta y de características determinadas, se extiende a lo largo de bastantes kilómetros y paisajes urbanos. Así, el escenario que nos podemos encontrares bastante heterogéneo: desde el gran distrito financiero que es Canary Wharf a zonas residenciales más o menos tranquilas en Charlton, pasando por los exóticos St. Katharine Docklands (cerca de Tower Bridge), por la siempre bohemia Brick Lane o por la zona del más famoso destripador de la historia, Whitechapel, que por otro lado no está demasiado lejos de la City.




Esta última región, Whitechapel, ha venido siendo tradicionalmente una de las más degradadas de todo Londres, ya desde la época de Jack (por cierto, maravillosa aproximación de ficción al personaje aquí). Como decía Engels,
El East End de Londres es un pantano cada vez más extenso de miseria y desesperación irremediables, de hambre en las épocas de paro y de degradación física y moral en las épocas de trabajo. La situación de la clase obrera en Inglaterra, 1892
Aunque los fumaderos de opio y la prostitución se ha ido más o menos erradicado con el paso de los años, el trapicheo sigue siendo una tradición local y la suciedad y degradación de las calles una nota común. A ello hay que añadirle el hecho de que en la segunda parte del siglo, y muy especialmente en los últimos veinte años, la zona ha sido tomada casi en su totalidad por inmigrantes procedentes de países como Pakistán o Bangladesh. Mi hermano estuvo bastantes meses viviendo por allí (cerca del metro de Shadwell), y puedo asegurar que es bastante complicado encontrar occidentales por la calle, por lo que el choque cultural (comercios, bares, mercados en la calle, gente rarísima y muy introvertida al lado de pakis que se creen recién salidos del Bronx, etc.) es bastante chocante. Aunque a lo largo de los últimos seis meses están intentando limpiar la zona para que parte de los ejecutivos de Canary Wharf se alojen por allí, lo cierto es que no es un paraíso ni muchísimo menos. Es por ello por lo que un sitio como The Castle llama aún más la atención.

¿Qué tiene de especial este pub? No es desde luego la comida (de hecho, no se sirven comidas), ni tampoco la existencia de un rango exorbitado de cervezas (Carling, Guinness, Carlsberg, John Smith y Stella, básicamente, aparte de algunas otras embotelladas). Los precios no son caros, pero tampoco llamativamente baratos… entonces… ¿por qué esta entrada aquí?

Por varios motivos. Lo primero, y de acuerdo con lo que explicaba antes, porque es el único pub típicamente inglés en varios kilómetros alrededor que no tiene algún rollo raro (The George, por ejemplo, que está bastante cerca y que, aparte de servir una guinness infame, estamos convencidos de que es un puticlub a partir de las 11, o The old house at home, en el que todos los abueletes estaban o tenían pinta de estar absolutamente chiflados las dos veces que he estado allí).

Sólo eso es ya un gran motivo para tener una entrada en el blog: un pub normal en esa zona. Pero es que, además y sobre todo, no es un pub normal: la atmósfera que transmite es formidable. La música es muy variada y al volumen justo, incluso con DJs en algunas ocasiones, pero siempre formidable (pop rock inglés, folk y hasta drum&bass en algunas ocasiones). Además, algunas veces hay conciertos de música tradicional, lo cual no es excesivamente habitual en Londres y desde luego notablemente excepcional en estos lares. Todo ello gira en torno a una chimenea casi siempre encendida y calentando que está rodeada por unos sofás de cuero negro de los que tú también querrías tener en tu salón. Y, para acabar de cerrar el círculo, la decoración es muy chula, con maquetas, juguetes antiguos y demás aparejos colgando del techo o en estanterías.

The George, un "puti"

Si a ello le añades gente amigable, barmans muy atentos y agradables (una de las camareras, rubia y bastante buenorra, es española aunque no lo parezca, y debe llevar varios años ya trabajando allí; eso sí, tiene novio, o por lo menos la última vez que anduve yo por allí, pero por lo demás es majísima) y una planta arriba con dos billares, un futbolín gratis y una máquina de dardos. De hecho, como lo único que hay arriba son estas cuatro cosas, la gente no suele subir a no ser que sea para jugar (arriba la música es distinta, más comercial), por lo que es un sitio inmejorable para jugar al billar. Además (y este es el típico insider tip), una de las dos mesas tiene debajo de la caja un agujero por el que es posible coger la moneda de una libra que cuesta la partida… de hecho, es el único billar gratis en el mundo que conozco :D (esperemos que siga siéndolo en tanto y cuanto ningún responsable de The Castle sepa español).

Mi brother encantado aunque pierda: es gratis!!!

Y por si fuera poco, tienen el buen sentido del gusto de echar dos partidos de fútbol de la liga española (“La Liga”, como lo llaman ellos) todos los domingos. Así que, aparte de unos servicios algo más limpios y de, por pedir que no quede, pintas de ginness a 95 peniques… qué más se puede pedir?!?!?!?

2 comentarios:

Vaquero dijo...

Pues después de que gimeno me haya pasado el link del blog, que puedo decir....Im-presionante!!!
A estas horas (12.30) pues como que leyendo va apeteciendo probar cada una de las cervezas que vas describiendo...slur, slurp!!!
Me apunto al viaje ese a Londres!!!
Un abrazo!!!
Vaquero

makotogim dijo...

Dios!!!!

que ganas de ir a echar unos billares!!! y de ver a la camarera!! y de tomar unas pintas!!! maldita vida de currante!!!!